La pregunta que surge por sí sola es: ¿a dónde van a parar en realidad esos 30 kg. de polvo?
En un primer momento, el polvo se recoge en el sistema de aspiración de la consulta, pero siempre quedan restos en el espacio de la propia consulta y en el paciente. Y precisamente estos restos son los que se desea evitar. Completamente es imposible, pero mediante una buena aspiración podemos asegurarnos al menos de que se recoja la mayor cantidad de polvo posible. La solución es una buena técnica de aspiración y una cánula de aspiración adecuada. En una sesión profiláctica se debería utilizar siempre una cánula de gran tamaño para poder aspirar un mayor caudal volumétrico. Sin embargo, a menudo en la profilaxia se utiliza solo el aspirador de saliva, que es más pequeño y manejable.
Su desventaja: no puede aspirar un volumen demasiado grande. En este caso, es mejor utilizar cánulas de profilaxia especiales, como las de Dürr Dental, que se adaptan inmejorablemente al tratamiento con aeropulidores.
La cánula de profilaxia Dürr Dental, desarrollada por una asistente a la profilaxis, aspira, por ejemplo, el doble de aerosol y polvo que una cánula universal y utiliza además un mamparo protector giratorio y flexible. A pesar de utilizar la cánula adecuada, siempre queda algo de polvo en la sala de tratamiento. Si la limpieza de superficies brillantes y monitores se realiza con un trapo seco, el polvo provocará rayonazos. Además, con el paso de los años, las superficies se vuelven opacas y los monitores lechosos. Por eso, siempre hay que eliminar los restos de polvo con un trapo húmedo y en ningún caso restregar o realizar una presión excesiva. Otra cosa que nunca se debe hacer es recoger los restos de polvo con la cánula de aspiración, casi como si fuera un aspirador. El sistema de aspiración funciona solo con agua y sin ella podría sufrir graves daños. Por eso, después de cada sesión de profilaxis se debe aspirar necesariamente un vaso de agua para transportar el polvo que se encuentra en los tubos de aspiración hasta la máquina de aspiración.
Porque una cosa está clara: los 30 kg. de polvo al año deben atravesar de alguna manera los tubos de aspiración. Si para ello el polvo es disuelto mediante agua depende de sus componentes. El muy extendido bicarbonato de sodio, por ejemplo, no se disuelve en agua, sino que necesita un limpiador ácido especial (por ejemplo el limpiador especial » MD 555 cleaner de Dürr Dental). Este limpiador debe emplearse diariamente en una unidad de profilaxia.
Las consecuencias negativas de un sistema de aspiración sucio son relativamente fáciles de reconocer: el polvo se acumula en los tubos de aspiración y el rendimiento de aspiración disminuye. El polvo que es transportado hasta la unidad de aspiración termina llegando al separador de amalgama. Esto provoca que el contenedor desechable de amalgama deba cambiarse y eliminarse con mayor frecuencia, lo que puede resultar realmente caro. De hecho, en las unidades de profilaxia, hasta el 90% del contenido del contenedor desechable de amalgama es polvo profiláctico.